jueves, 22 de julio de 2010

Nunca es demasiado tarde

Hoy al despertar me puse a pensar en cuanto tiempo he gastado por pensar en lo que ya está perdido, y me lamento al darme cuenta hasta ahora, pero de alguna forma lo agradezco por no haber dejado ir más tiempo.
Ayer me di cuenta que no es imposible enamorarse de nuevo, porque cuando uno llega a ser lastimado cree que nunca lo hará otra vez. Comprendí que el mejor aleado cuando termina una relación es el tiempo, el tiempo cura las heridas, aunque quede una cicatriz. Las cicatrices son aquellas marcas que nos invitan a seguir con nuestras vidas, que nos demuestran que por algo estamos en este presente, que en la vida cometemos muchos errores pero no son en vano, sino para aprender y seguir disfrutando de la vida. Las heridas duelen, ¡claro que duelen!, pero con el tiempo el dolor se marchará y solo una “marca” quedará.
Entendí que nada es para siempre ni la vida misma, ¿Entonces porque nos aferramos a algo o alguien cuando ya no quiere estar aquí? respuesta simple “porque duele aceptar”. Es verdad duele mucho aceptar, duele la costumbre, duele dejar ir aquello que era nuestro; pero que de alguna forma tiene que irse. Por algo se dice “No hay nada mejor en la vida que dejar ir, porque apretar es limitar y dejar ir es potencial”.
Cuando uno deja ir a aquellas cosas que simplemente ya no están a gusto en su lugar, crece como ser humano al demostrar que su amor ha sido mucho más grande que su propio egoísmo, entonces el tiempo y la vida se encargan de hacerte ver que nunca es demasiado tarde para volver a amar y entonces comprendes, simplemente comprendes.