viernes, 23 de julio de 2010

Ni cinco minutos

Ayer platicando con un amigo sobre sus penas de amor pude sentir ese dolor dentro de mí al saber que mi amigo sufría de verdad.
Él culpaba al amor, deshecho por dentro lo único que deseaba en ese momento era morir, mientras yo apelaba a favor del amor y lo alentaba a seguir con la vida. Aunque a veces la vida tome un color oscuro y parece no desaparecer, creo que tenemos armas tan poderosas como la amistad para darle color a nuestras vidas y así intentar seguir después de todo; sin embargo todo mi esfuerzo y todos mis consejos eran en vano, ¡era inútil! él en verdad estaba mal, y yo con mi filosofía del amor no lo ayudaba nada, pues a él en ese momento le invadía una rabia que lo cegaba y lo hacía no creer en el amor nunca más.
Yo no podía marcharme y dejarlo sólo en ese momento, aunque eso hubiera sido tal vez lo más aconsejable, entonces esperé a que él me lo pidiera y yo poder marcharme a gusto, dejarlo por un momento solo con su dolor y se tranquilizara para poder pensar claramente.
No tardó ni cinco minutos en pedirme que lo dejara solo, que necesitaba pensar; y yo accedí por el bien de ambos, para que ninguno de los dos resultáramos molestos el uno con el otro por las diferentes posturas hacia el tema del amor. Entonces caminando hacia mi casa pensaba como a veces puede existir gente tan egoísta e insensible, como la ex pareja de mi amigo; quién decidió marcharse sin antes pensar en el daño que le provocaría, si ella bien sabía que él la quería, que los dos eran el uno para el otro, y sobre todo que él la extrañaría, pero en ese momento otra idea inundó mi pensamiento, la idea ¿De que servirá que ella siguiera con él si no sería lo mismo? de cualquier forma lo dañaría al ser falsa y cada día volverse más fría por el simple hecho de ya no querer estar ahí. Entonces comprendí que si ella seguía con él, también ella misma se haría daño, al ser falsa consigo misma y con él, por supuesto.
En ese momento mi propia filosofía me confundía, se trataba de mi amigo y esa desgraciada, la cual le había hecho daño sin importarle nada más; así que decidí no dejarme llevar por los sentimientos y pensar clara y objetivamente acerca de esto.
Si decimos que estamos sufriendo por amor, porque él o ella nos dejó… entonces no es amor es simplemente una necesidad de estar con ellos por que esto que decíamos que era amor se fue transformando poco a poco en una costumbre, así es, transformar, porque los sentimientos jamás desaparecen simplemente se transforman, a veces de una forma positiva y otras veces no tanto.
Amar no es necesitar al otro para ser feliz, ni mucho menos. Nuestra propia felicidad la construimos nosotros mismos haciendo lo que más nos plazca, y la compartimos con aquellos a quien queremos tanto para no sentirnos solos, porque como parte de la naturaleza del ser humano somos seres sociales y necesitamos convivir, pero no necesitamos de alguien más para poder vivir.
La vida es como un tren donde hay muchas estaciones, en ellas mucha gente sube a nuestro tren y también muchas veces la gente que viajó con nosotros por mucho o poco tiempo tiene que dejar de ser pasajero.
Hay varios tipos de perdidas, todas duelen, pero existe un proceso que es el duelo personal, y si queremos dejar de “sufrir” lo que tenemos que hacer es crear nuestro propio duelo, para dejar ir nuestras emociones, y entonces seguir con nuestro tren.
Cuando llegué a mi casa me dirigí directamente a mi cuarto, estaba tan cansada y sin más que hacer decidí ir a dormir.